Suerte
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Yo sé que un día va a pasar algo. Pero algo groso. Bien grande. Lo sé. No sólo conmigo sino con todos mis vecinos. Los miro y me imagino a uno ganando la lotería, paseando con sus hijos por Punta del Este en su 4x4. Y dejás de ir al supermercado Día y comprar insecticida marca Día, que mata menos mosquitos que el desodorante Poett. O esos fideos de tercera marca que le comprás a los chicos para que jueguen con la sopa de letras, y que te hacen pasar calor porque con esos fideos lo único que pueden escribir es “puto tomá la sopa o viene la yuta”. La veo a mi vecina subiéndose al caballo de un príncipe azul, pero uno de esos príncipes que además tienen diez millones de dólares en el banco. Lo sé y me los imagino  conversando con el genio que les concederá los tres deseos. No sé cuál será la forma ni el momento. Tal vez no sea un genio y sea un milagro. O tal vez para unos sea el genio y para otros el milagro. O la lotería. O no sé qué, simple casualidad. Un día va caminando y se encuentra que un narcotraficante descarta una valija con millones de pesos y la toma, y no hay testigos. Es cuestión de tener paciencia, nada más. Todos nuestros deseos se van a cumplir, y no es un presentimiento. Pero lo veo bien clarito, porque yo creo en esas cosas, y no solo creo, sé de gente que le ha pasado, tengo testimonios, casos en mi familia, conozco mucha, muchísima gente a la que le ha pasado, y a todos se le cumple. Un día vas caminando por La Boca y conocés de casualidad a un productor de Hollywood que te preguntó cómo hacer para llegar a Caminito; y el tipo se empecinó con tu cara o tu look que justo es lo que viene buscando para su película y hace seis años que no encuentra, y te ofrece millones para filmar. No sé; hay miles de formas, de circunstancias, de fenómenos. Estoy réquete convencido. Pero ojo, que la suerte no es solamente tener guita. Te puede pasar que la suerte, por ejemplo, te salve la vida. De repente estás en un crucero del amor en el Mediterráneo y se hunde, y la suerte te convierte en el único sobreviviente. Y te buscan tres días y te encuentran flotando sobre una muñeca inflable. Eso también es suerte. Y eso que nosotros somos miles de vecinos que vivimos en la misma manzana. Hay mil trescientos departamentos, y seguro, más que seguro hay más de mil perros. Y no puede ser que todos los días pisemos caca de perro y no tengamos suerte. Todo el mundo sabe que pisar caca de perro trae suerte. Y nosotros todos los días pisamos muchísima caca y no pasa nada: es indudable que la suerte se está acumulando y acumulando, hasta que a cada uno le pase algo muy groso.

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